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¿Cuál será la calidad de juego en Sudáfrica 2010? ¿Será parecida a la mediocre de Alemania 2006? ¿Tocará fondo como en Corea-Japón 2002? Es pronto para conclusiones, claro. Pero nada indica un cambio radical. Siempre Brasil, la mejor España de la historia, la certeza ofensiva de la Chile de Marcelo Bielsa, el tapado con fútbol alegre de cada Copa, y ya.
¿Y Argentina? ¿Con qué nos encontramos en el debut ante Nigeria, luego de la ansiedad, la arenga, el aliento y el himno? Podemos pintar un cuadro de situación: se vislumbraron problemas defensivos, en especial a espaldas de los laterales. Y, en particular, en la derecha de Jonás Gutiérrez. El equipo, por muchos momentos, lució inconexo, más ansioso que nervioso.
Tres jugadas preparadas denotaron ese trabajo de la semana, esos 15 días previos a la competición que tanto reclamaba el entrenador Diego Maradona. Los puntos altos: el esfuerzo innegociable de Javier Mascherano, la ductilidad de Sergio Romero y los chispazos del genio de Lionel Messi, peligrosísimos. Fueron siete situaciones nítidas de gol.
La Selección, está claro, aporta su cuota de calidad al Mundial desde los pies de Messi. A pesar de los tres delanteros, el estilo se emparentó una vez más al de las presentaciones fundantes ante Uruguay y Alemania. Una copia -híbrida- de los Panzers alemanes. Mucho choque. Mucha pelea. Es cierto, Messi y otros jugadores, como Javier Pastore, todavía juegan a jugar.
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